jueves, 4 de julio de 2019

Eres más fuerte que esto


Nunca en mi vida me había sentido tan viva, poderosa, frágil e increíblemente enojada y feliz como en este reto. ¡Vaya que me exigió! La idea surgió desde el año pasado, en el que me quedé con muchas ganas de ir, pues estaba lastimada de mi pie y por recomendación del terapeuta no fui, aunque ni de loca había siquiera pensado tomar el reto del maratón. En diciembre anunciaron sus fechas y a la voz de esa en la que decides aventurarte a una de las mejores experiencias que tendrás en tu vida... "¡Chingue su madre, voy por el maratón!"

En la preparación me asesore con súper Sam y con vídeos de trail, esta estuvo llena de altibajos, sin embargo ante todo traté de mantenerme positiva, creativa y relajada. Llegué sin lesiones al reto, en buen peso, no me clavé tanto con la alimentación como en mi anterior maratón. Esta ocasión hice aún más trabajo de fuerza, ya que no me era posible ir a la montaña cada fin de semana. Obviamente yoga y también me relajé con el tema de masajes. Decidí fluir y disfrutar toda la experiencia, porque aunque me viera tranquila, la verdad me moría de miedo, era algo completamente diferente, iría sola al reto, logré contagiar mi entusiasmo a mis amiguitos, pero nadie tiene los tornillos tan flojos como yo aún, todos se fueron al medio maratón. 

En un entrenamiento de distancia con todos esos diálogos locos que me aviento conmigo, me recuerdo hasta la madre y a punto de botarlo, y de repente comencé a repetirme todo el tiempo "Eres más fuerte que esto" y así surgió el mantra de este reto, así que a la voz de esa frase me aventure a conquistarme de nuevo. Llegó el día y me preparé, había decidido irme en el servicio de Corredor viajero del cual tenía muy buena referencia y la confirmó, altamente recomendable. El mero día a las 3:30 salía del monumento a la Revolución hacía los viñedos Cote en Ezequiel Montes. Fuimos 10 corredores en total, pasamos por uno de ellos a San Juan del Río, otro se le hizo tarde y no llegó, qué mal por él, pero súper para mí, pues me apañe dos lugares, lo cual me ayudó a descansar las piernas de ida y de regreso. De los tripulantes yo fui la única mujer que corrió maratón, eso me hizo ser el centro de atención y al inicio y al final fueron increíbles mis compañeros de viaje.


Rumbo al viñedo, ya en la carretera, trataba de dormir, aunque había descansado muy bien entre semana y toda la tarde del día anterior, quería dormir, obviamente la emoción y el nervio no me lo permitió, así que solamente cerraba los ojos y de vez en vez los abría, en una de esas veces me sorprendió el descubrir una luna enorme y naranja, me sentí bendecida y muy feliz, estaba segura que sería un día muy especial y fluido.

Pronto llegamos al viñedo, aún oscuro todo, y en cuanto se estacionaron y bajaron su equipo, comenzó a amanecer y pude ver un cielo hermoso, comencé a alistarme. El viaje de madrugada me cambio mis tiempos normales, no desayuné como suelo hacerlo, además ni hambre sentía, me obligue en el camino a comer un plátano, hice escala técnica y tan sólo faltando 30 minutos para el arranque me dio hambre. Me había preparado con un yogurth natural y barritas energéticas, los comi. En lo que me preparaba platique mucho con una compañera de viaje que ha hecho varias ediciones de esta carrera, fue muy empática y amable, me ayudó mucho a relajarme. Cuando estaba bajando de la camioneta de alguna forma tome mis lentes oscuros y los rompí, me preocupe, pero no me clave, solté rápido la situación y no me permití que me afectara. Se lo comenté a mi nueva amiguita Erika y muy linda me ofreció los suyos, los acepte, me ayudaron muchísimo. ¡Mil gracias!

Faltando 15 minutos para el arranque me dirigí a los corrales, ahí pude darme cuenta que éramos muy pocos de esa distancia y solo veía tres mujeres. Me cayó el veinte de lo que estaba por comenzar, mi cuerpo temblaba y sentía ganas de llorar. Me recuerdo pidiendo fortaleza para concluir con bien la aventura. El animador anunciaba el inicio refiriéndose a nosotros como: "Los valientes", le compré la idea y me sentí orgullosa, feliz y muy valiente. Pronto nos convertimos en el foco de atención, fotógrafos, corredores de otras distancias, familiares y amigos estaban en la salida animando a "Los 27 valientes de Bernal", mis compañeros de viaje también estaba ahí animándome y tomándome fotos.
Sonó el disparo y comenzó la locura, atravesamos el arco de salida, corrimos a través de un jardín y pasamos al costado del estacionamiento para salir de Cote y correr por cerca de 2k a lo largo del libramiento Cadereyta-Xilitla hasta dar vuelta a la derecha por caminos rurales. Rápidamente me di cuenta que mis compañeros de aventura eran mucho más fuertes que yo, me sentí angustiada cuando comenzaron a pasarme, intenté seguirlos, y antes de dejarme llevar por la desesperación, decidí soltar las expectativas, y comencé a repetirme, "Relájate, haz tu carrera", y tranquila ví como se alejaban más. Comencé a conectarme con mi entorno y dejé que mis sentidos se inundaran de este, mi nariz se llenó del aroma rural. Tome mi ritmo y alcancé a una chica, la logré pasar, luego alcancé a dos corredores que me pasaron después. Más adelante comenzamos a cruzarnos con los del medio maratón y nos animamos mutuamente. Encontré a mis amigos y seguimos cada quien nuestra carrera. Recuerdo el camino fresco y lodoso.


Al ser tan pocos del maratón y siendo todos más rápidos que yo, me di cuenta que toda la aventura la haría sola y estuve conforme con eso, decidí no poner música, para estar alerta y conectarme con todo. Así continúe y comencé a ver a lo lejos el monolito queretano cada vez más cerca, me emocioné, hice una storie en Instagram, y continúe. Llegué al segundo abastecimiento y paré a tomar agua y una naranja, voltee y pude ver a lo lejos a la chica que había pasado y continúe. Atravesé la carretera Benito Juárez y entre a Bernal por la calle Independencia para tomar la calle Cristóbal Colón, después Iturbide y llegar al centro frente al kiosko en donde era el siguiente abastecimiento. Me maraville con lo bonito que es el pueblo, tome videos y fotos. Mientras atravesaba el pueblo sentí la altimetría y continúe. Tomamos la calle Guadalupe Victoria y después calle La Quinta y luego El Sol, ahí paré a tomar una selfie que me encantó, corría y de mi lado derecho se encontraba La Peña de Bernal, me sentía muy emocionada. Por fin había pendientes. Entramos de nuevo por un camino rural, y ya se sentía el sol y calorcito, de repente veo una flecha dirigiéndose a una puerta cerrada, me quedé parada desconcertada, escuchó la voz de alguien y me ha metido un susto tremendo, volteaba y no lo veía, estaba trepado en el portón, había que saltar un muro de piedra para entrar, ahí venía lo bueno, había que subir el cerro Picacho. Entré a una zona árida y el sol ya se sentía, a donde volteara estaba seco y no veía a nadie, volteaba a ver si venía la chica que había pasado y nada. 

Decidida y confiada comencé el ascenso, recordé la técnica que me había compartido Sam. todo el ascenso era en zig-zag por lo que de repente se sentían muy pesados algunos. Me sorprendió ver más adelante una chica, me saludó y me dijo: "Te estaba esperando, te vi que venías a lo lejos", la reconocí, estuvo conmigo en la salida, platicamos muy brevemente ahí. Ciertamente me sorprendió verla ahí, pues la imaginaba peleando por podium. Resulta que había visto una vaquilla adelante y sintió temor, además no quería ir sola en ese trayecto. Nos acompañamos todo el ascenso y descenso del cerro, platicamos mucho y nos tomamos fotos, se llama Alma, y hoy lo reconozco, fue mi ángel, aunque al inicio me sentí agobiada y presionada por su compañía, lo cierto es que me ayudó increíble. ¡MUCHAS GRACIAS! Ella es toda una veterana del trail. Recuerdo que al inicio la Peña se veía enorme y las antenas del cerro lejanas, poco a poco fue al revés, creímos que subiriamos hasta allá, no fue así, pero faltó muy poco. Veíamos águilas volar muy cerca y estábamos fascinadas con la experiencia. Vimos unos corredores delante de nosotras, no los alcanzamos, aún cuando iban caminando. 
Por fin llegamos a un abastecimiento, que era en donde iniciaba el descenso, platicamos con los niños, y nos dijeron que éramos muy pocos corredores. Decidimos meterle ritmo al bajar, pues no era muy técnico el camino. Nos sorprendió la chica que yo había pasado al inicio, al alcanzarnos en el descenso, me desalentó al verla tan fresca, y darme cuenta lo que me había costado subir a mí y que ella como si nada subiera y le quedaba galleta para bajar más rápido que nosotras. Me queda claro que ese es un punto que tengo que trabajar, tanto física, pero sobre todo mentalmente. Me dejé llevar por su ritmo, superior al mío y me quemé, el calor ya se sentía con ganas y la frecuencia cardíaca se me elevó mucho, me costó mucho trabajo recuperarme, me sentí más presionada porque Alma podía más de lo que yo estaba logrando hasta ese momento, le dije que no se preocupara, que siguiera y alcanzará a la chicuela. Ella decidió apoyarme y alentarme, me tuvo paciencia y se fue a mi ritmo. Llegamos de nuevo al pueblo, y el calor ya se sentía con ganas, pasamos a una tienda y compramos una coca, a mí me urgía electrolitos, pues solo con agua, mi gel y naranjas me la había pasado, quería comprar uno, pero no quería ir cargando, hoy me queda claro que era preferible cargarlo, aunque lo dejara en el siguiente abastecimiento. Pedí una bandeja de agua para refrescarme y me mojé toda, me ayudó y continuamos. Llegamos de nuevo a la carretera y a los caminos rurales y ahí ya se sentía el calor y el sol tremendo, no hacía aire y no había dónde resguardarse del sol. Hasta ahí, todavía Alma iba conmigo. Iríamos por el km 27 cuando distinguimos a lo lejos el cerro que acabábamos de subir y bajar. Alma estuvo conmigo alrededor de cuatro kilómetros más, que era a la altura de otro abastecimiento, estos kilómetros se me hicieron eternos y muy sufridos, eran exactamente los caminos que ya había pasado al inicio, sin embargo, el clima los hacía completamente diferentes, el lodo ya estaba seco, el sol lo sentía brutal, a donde voltearas no había nada ni nadie. Recuerdo que ahí fue donde más claro me quedó la enorme diferencia de ruta a trail, en ruta si no aguantas simplemente te sales y alguien te ayuda y hay forma de regresar. En trail, o sigues o sigues, no hay de otra, simplemente tienes que buscar dentro de ti el propio aliento para continuar.

Llegamos al kilómetro 31, en donde había el entronque con la ruta del inicio y un abastecimiento. Recuerdo que llené ahí mi camel y me pesó muchísimo, ya sentía como rozaba la mochila y el medidor cardíaco mi espalda, decidí ignorarlo. En ese punto en lugar de dar vuelta para tomar de nuevo el libramiento Cadereyta-Xilitla seguimos de frente hasta entrar por una pequeña colonia empedrada, en el mapa da la referencia como "Tunas Blancas", ahí dolían los pies al correr y por fin comenzamos a encontrar personas que nos alentaban. Alma siguió su ritmo, y yo continúe al mío. Finalmente llegué a la carretera San Juan del Río-Jalpan de Serra que es la que da entrada a los viñedos Cote y La Finca Sala Vivé. Antes de llegar a la carretera se encontraba una señalización para atravesar todo un llano por  poco más de un kilómetro, el cual se me hizo eterno, podías ver la carretera y aún estaba un tanto lejana, escuchabas el ruido de los camiones y carros y a la par de vez en vez se atravesaban al paso la fauna del llano. 

Finalmente lo atravesé y corrí unos 500 metros aproximadamente por la carretera, llegue a un puente peatonal con rampas, todo a partir de ahí la señalización fue confusa, afortunadamente había corredores que te orientaban y echaban porras, tocaban el claxon de sus carros y gritaban mucho para alentar a los pocos valientes del maratón que aún estábamos en ruta. Había que atravesar la carretera por el puente, correr por un estacionamiento y tomar una calle hasta llegar a los Viñedos Azteca, ahí había el último abastecimiento en donde sí tenían una tacita comunitaria, en cuanto me vio llegar, el chavito que estaba ahí la llenó y me la dió, yo ni la pensé, la tomé y me la vacíe en la cabeza, -ja ja ja- recuerdo su cara mientras yo sentía que mi alma regresaba a mi cuerpo, le pedí que me sirviera un poco más y tomé agua y comí una naranja, me orientó por dónde seguir, Alma ya venía de regreso y se detuvo a alentarme, atravesé la ruta designada por ahí y continúe, era regresar de nuevo al puente y atravesarlo para entrar a la Finca Sala Vivé, primero entrar a Bodegas, bajar una rampa y correr por las barricas, corría entre los visitantes, y aunque estaba muy fresco y fue interesante conocer la instalación, ya iba en automático, apenas y alcancé a reaccionar y saludar al fotógrafo que había ahí. salgo de la bodega y me encuentro con unas escaleras enormes que había que subir. Me recuerdo al pie de ellas viéndolas por varias segundos en lo que me decía: "Esto va a doler, ándale, es el último esfuerzo". Me imagino que los visitantes que estaban ahí cuando me vieron la cara al pie de ellas dijeron "Pobre diabla, hay que alentarla" -ja ja ja- y todos comenzaron a animarme, lo agradecí y me despedí, salí de ahí y pensé: "¡Por fin, ya acabó la tortura!" y ¡no! Aún faltaba. 

Salí de la Sala, ahora había que rodearla para atravesar los Viñedos, que ya viendo la ruta tan solo el ida y vuelta de estos eran dos kilómetros, pero con el sol se sintieron miles de ellos. Afortunadamente en cuanto comencé a atravesarlos, comenzó el aire, lo cual agradecí. Confesaré, hice una pequeña travesura ahí (no entraré en detalle, no fue por maldad ¡lo siento!).
Qué diferentes son los racimos de las uvas comestibles a las de los vinos, la verdad me pareció muy pequeño el viñedo, yo lo imaginaba ENOOORMEEE, y en cuanto sentía lo doloroso que ya estaba siendo justo en ese momento, agradecí que no fuera tan grande como lo imaginaba. Justo ahí, en los viñedos, fue cuando más enojada estaba conmigo. 

 Me recuerdo, literal, mentando madres y con pensamientos como: "¡Cómo jijos se me ocurre tomar un reto así, si no estaba preparada para lo que es! ¡Es la última carrera que hago! ¡Yo no soy para esto! ¡Soy increíblemente débil! ¡Estoy loca por maltratarme de esta forma! ¡Nunca más haré un maratón, no es para mí!" Fue un pequeño momento de fuga emocional, luego sentí de nuevo el aire acariciar mi rostro y me calmé, continúe y seguí admirando los racimos tan bonitos. Después vi que había baños, y entré, literal, abrí la llave del lavabo y metí toda la cabeza, enjuagué mi boca y salí a terminar mi aventura. A lo lejos veía alguien ahí parado, me preguntaba qué hacía alguien en el sol, ya después entendí que era el fotógrafo, el que me tomó toda una serie de fotos muy bonitas, me quedó claro que era otro loco apasionado por lo que hace. ¡Gracias! En lo que me fue posible, me recompuse y traté de saludar. Estaba por claudicar el modo "Arabella".
Ya faltaba muy poco, seguí los señalamientos y pasamos por área de bodegas, todo muy solo y no tan lindo, atravesé un patio que me pareció muy largo, luego otra vuelta, y otra más y ya estaba a punto de caer mareada de tanta condenada vuelta, por fin salí de nuevo a la carretera, y había una flecha indicando entrar a donde desde que llegué al puente quería entrar. Me recibió una señora del staff y me dijo: "Es usted la última", me cayó muy mal eso -ja ja ja- estaba hasta la madre de toda esa locura, y eso lo tenía perfectamente claro desde que me pasó la chicuela en la bajada del cerro, no necesitaba que me lo hicieran notar -ja ja ja- ¡Carajo, me dio en el orgullo! -ja ja ja-, imagino que intentaba ser amable y alentarme, recuerdo que me hacía preguntas y yo estaba ya tan en automático que no atinaba contestar, mi enfoque era solo el cruzar el arco de meta. Había  luchado con todas mis fuerzas por mantener el paso de Alma, luego porque no me alcanzará la barredora y luego por terminar y no llegar en estado tan deplorable -ja ja ja-, no quería verme como esos vídeos en que llegan arrastrándose y con mirada perdida, aún había un poquito de modo "Arabella aguerrida" en mí. 

En cuanto entré a los viñedos Cote, se escucharon a lo lejos gritos y aplausos, intenté ver de dónde venían, pero me distrajeron al indicar el camino a tomar, porque ¡sí!, había más vueltas por dar. Tuve que rodear su sala restaurant, dar vuelta por aquí y por allá, la verdad que ya no tengo tan claro por dónde tanto pasé ahí, solo recuerdo las porras de una chica que me hablaba por mi nombre, me recuerdo pensando: "¡Órale, me conoce!" corrió un tramo conmigo y me indicó por dónde salir y me animó diciendo: "¡Ya solo sales de aquí, atraviesas la fuente y das la vuelta al jardín, ahí está la meta!". Me sentí aliviada, estaba por concluir la locura. Salí y vi la fuente, vi que corrió el camarógrafo, me enojé, porque pensé que estaba papando moscas y pensé que ya no me tomaría mi foto de meta, después descubrí que solo ahí tomaron fotos. Saludé a la cámara, sonreí y me dirigí a la ansiada meta. En el arco vi de nuevo a la chica alentandome y me tomó una foto, yo medio alcé los brazos, paré el reloj y me paré a quejarme -ja ja ja- enseguida llegó la chica a preguntarme "¿Cómo te fue Marina?, ¿Cómo te sientes?" y  a la par llega la chica de staff me pone la medalla y me da un electrolit, antes de contestarle a mi linda porrista particular, tomé la isotónica de un solo trago, después solo atiné decir a ambas: "¡Gracias! ¡Por fin terminé!" y en seguida me llegó el dolor increíble del cuerpo de cuando paras por completo, necesitaba seguir caminando y parar poco a poco, mientras lo hacía, recordé quién era esa chica, era mi compañera de viaje Verónica que estaba tan admirada de que fuera a correr maratón, ¡qué pena me dio con ella!, espero si llega a leer esto me entienda, no es que fuera grosera, tan solo estaba en trance de la reverenda joda que me acababa de meter. 

Llegué a la carpa de Corredor Viajero, me recibieron de forma muy empática, me dieron un tapete para que me sentara y estirara en lo que esperaba mi masaje de recuperación, me dieron tiempo de cambiarme y emprendimos el camino de regreso. Pensando en que iba a llegar con el tiempo justo para el retorno a cdmx, me preparé un tupper con mango, pechuga de pollo asada, brócoli y zanahorias, aparte tomé otros dos electrolit para el camino. Ya de regreso en la camioneta fui el centro de atención por un buen rato, me preguntaron cómo me fue, platiqué mucho, me invitaron vino, brinde con mis nuevos amigos, reímos y pasamos un gran rato, luego a todos les llegó el bajón y todos dormían, menos yo, aún tenía la adrenalina hasta el full, me dolía increíble la garganta, pero no podía dormir. Llegamos a Revolución de nuevo, nos despedimos. Yo pedí un uber a casa y luche en el camino por no dormir. Me recibió mi familia y otra vez a platicar todo lo que viví, Tomé un baño y en ese inter me trajeron tacos de pastor, que no pude disfrutar como debe ser, por el increíble dolor de garganta. Finalmente me llegó el cansancio, y me fui a dormir, desperté al día siguiente ligeramente dolorida y con pensamientos de: "¡Sí aguanto el maratón cdmx!"  La garganta me dolió por varios días, entendí que fue por la sed y el calor, me deshidrate e igual me llevó casi toda la semana recuperarme, encontré también que la espalda me la rocé increíble y tardó más de una semana en aliviarse por completo. Me quemé la cabeza, cometí la novatada de quitarme el buff, el cuero cabelludo lo resintió y tuve que hacerme tratamiento, regresé como negrita cucurumbé. Salvo esas pequeñas heridas de batalla estoy entera y ya lista para más retos.

Ya en el trayecto de regreso a casa, de inicio sentía mucha vergüenza de haber sido la última, la más débil, la rotita -ja ja ja- pero curiosamente, me sentía muy feliz de haberlo logrado. Al paso de los días, no dejaba de pensar en las palabras del animador "Los Valientes", y de verdad que no dejaba de sentirme justo así. El lunes me enviaron mensaje mis amigos y me felicitaron, porque nunca dejé de luchar a pesar de las condiciones. Ellos las vivieron en el medio maratón y mientras yo me debatía por conquistarme, ellos ya estaba en Bernal paseando, recuerdo que me llamaron mientras estaba aún en ruta para ver cómo andaba. Luego platicando con mi familia, lo mismo me dijeron. Después vi mis resultados, descubrí que fuimos solo ocho mujeres, yo fuí la de mayor edad y la chica con la que competi me ganó por 15 minutos, Alma la logró alcanzar y pasar, también pasó a un hombre y me dio mucho gusto ver su resultado. Sigo sintiéndome muy feliz, y ahora muy orgullosa, y tengo muy claro, sí, fui la última, "La última de los 27 Valientes de Bernal", y sí, "Fui más fuerte que esto¡Cómo jijos no!

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