sábado, 19 de septiembre de 2020

Humildad y Agradecimiento


En el momento en que te haces responsable de tu propia felicidad, sin importar la opinión de alguien más, atendiendo con conciencia lo que necesitas y te hace vibrar con plenitud, comienzas a vivir y experimentar sensaciones increíbles que incluso, deja de ser importante el compartirla, porque simplemente estás en tu presente. 

Hoy, quiero compartir lo que experimenté hace casi un año, que me llevo a comenzar a vivir desde otra perspectiva mis retos, y aunque la actual situación con la pandemia, nos ha llevado a replanteamientos generales, el aprendizaje de hace un año, tiene mucho qué ver en la forma que he vivido este confinamiento. Por lo pronto, lo que sigue, es lo que viví. 

El año antepasado (septiembre de 2018) mi amiga Sam me invito a hacer el reconocimiento de ruta de una carrera en el Cerro del Ehecatl, la experiencia que tuve ahí me reto y emocionó tanto, que no quise perdermela el siguiente año, porque en su primera edición ya no alcancé inscripción.

Después de hacer mi maratón de Bernal el año pasado, tenía tantos planes y retos y nada se pudo, me accidenté y tuve que estar fuera de las zancadas por casi dos meses, poco a poco regresé y fui recuperandome, anunciaron de nuevo la carrera "Desafío del Ehécatl" y me sentí más emocionada por el anuncio de  una nueva distancia (16k) y comencé a prepararme para este reto. El tiempo no me fue suficiente para prepararme para la distancia larga, así que opté por la corta 10k, había estado sientiendo malestar en mi pie derecho dos semanas antes, y el día que sería el reconocimiento de la ruta amanecí resfriada, así que decidí no asistir y descansar para que mi pie aguantara la sabrosa maltratada que le iba a dar.

Desde el inicio de ese año (2019) mi perspectiva había cambiado, todos los retos que fui haciendo a lo largo del año los enfrenté de manera diferente, pero especialmente al concluir mi Maratón de Bernal me dejó tan feliz, que a pesar de accidentarme dos semanas después y que eso implicara no poder correr el Maratón cdmx y otro reto más, no me tiré al drama como normalmente lo hubiera hecho, disfruté el descanso, me di mi tiempo, y cuando me sentí mejor, decidí asistir a la fiesta del Maratón cdmx a apoyar a los maratonianos, a ayudar y ayudarme empapandome de esa gran energía que solo en un maratón se siente. Agradecí la experiencia e hice conciencia de que en los dos últimos años en algún punto cambie y comencé a fluir sin oponer resistencia a cuánto cambio llegará. 

En la semana posterior al maratón fue el programa de aniversario de radio de los Happy face runners, y en esa ocasión tuvieron de invitada a Alex Roudayna "Chicorita", una corredora elite de Spartan y Trail, una verdadera máquina, ya la conocía por sus destacados logros, sin embargo, no había reparado en todo lo que comparte hasta ese día, compartió unas palabras que me llegaron y emocionaron hasta las lágrimas. Cito textual:
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"Lo que tú tienes ese día, es la mejor versión de ti". Esta frase me hizo ponerle atención a todo lo siguiente.

"Hagan lo que hagan, la carrera que sea, no importa si eres el primero o el último, llega con la mentalidad de que tú quieres ser mejor de lo que empezaste.
En la línea de meta todos empezamos siendo nadie, ya cuando termines, independientemente de si ganas o no, terminas siendo por lo que escribiste en el camino de manera personal".

Le compré su filosofía, a la que ella le denomina "Chikorismo". Analice lo que yo había hecho y comencé a sentirme orgullosa de lo que hago, eso a su vez dió pie a dejar de estar tensa en la siguiente carrera, Desafío del Ehécatl 2da edicion.

Entendí que a veces, no sale todo como lo visualizas, lo cierto es que a veces también tu colaboras, pierdes tantito el foco, y cuando te das cuenta y retomas, parece que ese "algo" de todas las situaciones "adversas" te dice: "¡Ja, a ver si es cierto que quieres esto!" Y, uno le dice: ¡Ja, mírame cómo lo logro! Y después te cae el veinte de que no será fácil, y de todos modos decides ir por él. Aceptar que por ahora, lo que hay, es tu mejor hoy. No importa lo de ayer, lo de mañana, lo importante es HOY, y con eso, salta al abismo y diviértete!

Llegó el día, y mientras comenzaba a correr las palabras que llegaron a mi mente fueron "Humildad y Agradecimiento". Así decidí enfrentar el reto, rindiendome a la mejor versión de mí en ese día, soltar el miedo y expectativas. Sin importar lo de ayer ni lo de mañana. Mente, cuerpo y corazón en el presente ¡Aquí y ahora! Y todo fluyó tan bonito, me divertí como niña, disfruté muchísimo y también dolió un poquito, pues aunque decidí disfrutar también decidí luchar y dar mi mejor esfuerzo. ¡Qué sensaciones tan increíbles percibes cuando decides estar por completo en tu presente! Soy muy bendecida y me siento muy agradecida por ello.

Creí que conocía la ruta, pero no contaba con que la habían cambiado, y eso fue genial, la nueva ruta sensacional, el Teacher se rifo. Un evento chiquito pero bonito, enfocado a los niños, muchos guerreritos corriendo en el monte. La ruta estuvo muy bien marcada y llena de vistas bien bonitas que me llevo en la memoria. Enfrenté el reto  sin parar, solo un momento al llegar a la cumbre del Ehécatl para observar la vista, tomar un vídeo corto y mi foto en la cruz. No la pensé mas, decidi comenzar a bajar, recordando lo técnico que era el descenso por lo tanto sabia que a mi me llevaria un poco más de tiempo, solté el miedo y trate de darle ritmo, llegamos a la siguiente explanada en donde había la zona de control, marcaron mi número y tomé un poco de isotónica, continúe por la nueva ruta, ya se había formado un grupo de cinco y seis corredores que ibamos parejos, a veces se adelantaban y a veces yo. Nos internamos en zonas dode encuentras mucho ganado y caballos, en una de esas en que yo me adelanté, sentí miedo y perdi un poco la ruta, regresé y los encontré, nos acompañamos un buen tramo, pues el ganado estaba bloqueando la ruta, tuvimos que rodear y retomar el camino. Es parte de lo más bonito que he encontrado en este mundo trailero que me tiene enamorada, todos son solidarios y empáticos, aunque estes compitiendo, antepones tu compañero de ruta a tu ego de corredor. Pronto llegó una bajada aparentemente fácil, ahí tuve mi encuentro mágico con Pachón, a lo largo de la ruta me acompañaron maripositas blancas, pero justo en esa bajada, habìa una muy insistente revoloteando por mi cara e impedía ver el camino, me detuve un poquito, se posó en mi mano y la saludé "¡Hola Pachón!" revoloteo un poco frente a mí y se fue, continúe bajando, luego llegué al final de la bajada  y encontré alguien de staff, me orientó la ruta y me enfilé a terminar, ya me había adelantado al grupo de compañeros y sabía que para llegar a la meta esperaba una subida en curva muy pesada, asì que a darle y continuar disfrutando. Llegue a la meta feliz, y descubriendo una nueva forma -para mí- de llevar y fluir mis siguientes  retos. 

Y así fue...






viernes, 23 de agosto de 2019

Salto de fe

Hablemos de miedo...

Pero no de ese que te paraliza y te arrincona.

Si no de ese que te impulsa al vacío con un gran salto de fe.

Ese que te lleva a lugares internos de los que no tenías conciencia que poseías.

De ese que te causa adicción a lo desconocido.

Y que encaras temblorosa, y a fin de cuentas terminas tuteandolo.

El que te hace sentir tan chiquita y tan grande a la vez.

El que te saca una sonrisa coronada de una lágrima al haberlo conquistado.

De señales ataviadas de miedo tan seductoramente paralizante y motivante.

El que invariablemente lo acompañan vuelcos de corazón y estómago.

Antes, el miedo era la señal de darme la vuelta.

Hoy, se ha convertido en la señal de saltar al vacío y calmar las revoltosas mariposas que sacuden mi alma.

jueves, 4 de julio de 2019

Eres más fuerte que esto


Nunca en mi vida me había sentido tan viva, poderosa, frágil e increíblemente enojada y feliz como en este reto. ¡Vaya que me exigió! La idea surgió desde el año pasado, en el que me quedé con muchas ganas de ir, pues estaba lastimada de mi pie y por recomendación del terapeuta no fui, aunque ni de loca había siquiera pensado tomar el reto del maratón. En diciembre anunciaron sus fechas y a la voz de esa en la que decides aventurarte a una de las mejores experiencias que tendrás en tu vida... "¡Chingue su madre, voy por el maratón!"

En la preparación me asesore con súper Sam y con vídeos de trail, esta estuvo llena de altibajos, sin embargo ante todo traté de mantenerme positiva, creativa y relajada. Llegué sin lesiones al reto, en buen peso, no me clavé tanto con la alimentación como en mi anterior maratón. Esta ocasión hice aún más trabajo de fuerza, ya que no me era posible ir a la montaña cada fin de semana. Obviamente yoga y también me relajé con el tema de masajes. Decidí fluir y disfrutar toda la experiencia, porque aunque me viera tranquila, la verdad me moría de miedo, era algo completamente diferente, iría sola al reto, logré contagiar mi entusiasmo a mis amiguitos, pero nadie tiene los tornillos tan flojos como yo aún, todos se fueron al medio maratón. 

En un entrenamiento de distancia con todos esos diálogos locos que me aviento conmigo, me recuerdo hasta la madre y a punto de botarlo, y de repente comencé a repetirme todo el tiempo "Eres más fuerte que esto" y así surgió el mantra de este reto, así que a la voz de esa frase me aventure a conquistarme de nuevo. Llegó el día y me preparé, había decidido irme en el servicio de Corredor viajero del cual tenía muy buena referencia y la confirmó, altamente recomendable. El mero día a las 3:30 salía del monumento a la Revolución hacía los viñedos Cote en Ezequiel Montes. Fuimos 10 corredores en total, pasamos por uno de ellos a San Juan del Río, otro se le hizo tarde y no llegó, qué mal por él, pero súper para mí, pues me apañe dos lugares, lo cual me ayudó a descansar las piernas de ida y de regreso. De los tripulantes yo fui la única mujer que corrió maratón, eso me hizo ser el centro de atención y al inicio y al final fueron increíbles mis compañeros de viaje.


Rumbo al viñedo, ya en la carretera, trataba de dormir, aunque había descansado muy bien entre semana y toda la tarde del día anterior, quería dormir, obviamente la emoción y el nervio no me lo permitió, así que solamente cerraba los ojos y de vez en vez los abría, en una de esas veces me sorprendió el descubrir una luna enorme y naranja, me sentí bendecida y muy feliz, estaba segura que sería un día muy especial y fluido.

Pronto llegamos al viñedo, aún oscuro todo, y en cuanto se estacionaron y bajaron su equipo, comenzó a amanecer y pude ver un cielo hermoso, comencé a alistarme. El viaje de madrugada me cambio mis tiempos normales, no desayuné como suelo hacerlo, además ni hambre sentía, me obligue en el camino a comer un plátano, hice escala técnica y tan sólo faltando 30 minutos para el arranque me dio hambre. Me había preparado con un yogurth natural y barritas energéticas, los comi. En lo que me preparaba platique mucho con una compañera de viaje que ha hecho varias ediciones de esta carrera, fue muy empática y amable, me ayudó mucho a relajarme. Cuando estaba bajando de la camioneta de alguna forma tome mis lentes oscuros y los rompí, me preocupe, pero no me clave, solté rápido la situación y no me permití que me afectara. Se lo comenté a mi nueva amiguita Erika y muy linda me ofreció los suyos, los acepte, me ayudaron muchísimo. ¡Mil gracias!

Faltando 15 minutos para el arranque me dirigí a los corrales, ahí pude darme cuenta que éramos muy pocos de esa distancia y solo veía tres mujeres. Me cayó el veinte de lo que estaba por comenzar, mi cuerpo temblaba y sentía ganas de llorar. Me recuerdo pidiendo fortaleza para concluir con bien la aventura. El animador anunciaba el inicio refiriéndose a nosotros como: "Los valientes", le compré la idea y me sentí orgullosa, feliz y muy valiente. Pronto nos convertimos en el foco de atención, fotógrafos, corredores de otras distancias, familiares y amigos estaban en la salida animando a "Los 27 valientes de Bernal", mis compañeros de viaje también estaba ahí animándome y tomándome fotos.
Sonó el disparo y comenzó la locura, atravesamos el arco de salida, corrimos a través de un jardín y pasamos al costado del estacionamiento para salir de Cote y correr por cerca de 2k a lo largo del libramiento Cadereyta-Xilitla hasta dar vuelta a la derecha por caminos rurales. Rápidamente me di cuenta que mis compañeros de aventura eran mucho más fuertes que yo, me sentí angustiada cuando comenzaron a pasarme, intenté seguirlos, y antes de dejarme llevar por la desesperación, decidí soltar las expectativas, y comencé a repetirme, "Relájate, haz tu carrera", y tranquila ví como se alejaban más. Comencé a conectarme con mi entorno y dejé que mis sentidos se inundaran de este, mi nariz se llenó del aroma rural. Tome mi ritmo y alcancé a una chica, la logré pasar, luego alcancé a dos corredores que me pasaron después. Más adelante comenzamos a cruzarnos con los del medio maratón y nos animamos mutuamente. Encontré a mis amigos y seguimos cada quien nuestra carrera. Recuerdo el camino fresco y lodoso.


Al ser tan pocos del maratón y siendo todos más rápidos que yo, me di cuenta que toda la aventura la haría sola y estuve conforme con eso, decidí no poner música, para estar alerta y conectarme con todo. Así continúe y comencé a ver a lo lejos el monolito queretano cada vez más cerca, me emocioné, hice una storie en Instagram, y continúe. Llegué al segundo abastecimiento y paré a tomar agua y una naranja, voltee y pude ver a lo lejos a la chica que había pasado y continúe. Atravesé la carretera Benito Juárez y entre a Bernal por la calle Independencia para tomar la calle Cristóbal Colón, después Iturbide y llegar al centro frente al kiosko en donde era el siguiente abastecimiento. Me maraville con lo bonito que es el pueblo, tome videos y fotos. Mientras atravesaba el pueblo sentí la altimetría y continúe. Tomamos la calle Guadalupe Victoria y después calle La Quinta y luego El Sol, ahí paré a tomar una selfie que me encantó, corría y de mi lado derecho se encontraba La Peña de Bernal, me sentía muy emocionada. Por fin había pendientes. Entramos de nuevo por un camino rural, y ya se sentía el sol y calorcito, de repente veo una flecha dirigiéndose a una puerta cerrada, me quedé parada desconcertada, escuchó la voz de alguien y me ha metido un susto tremendo, volteaba y no lo veía, estaba trepado en el portón, había que saltar un muro de piedra para entrar, ahí venía lo bueno, había que subir el cerro Picacho. Entré a una zona árida y el sol ya se sentía, a donde volteara estaba seco y no veía a nadie, volteaba a ver si venía la chica que había pasado y nada. 

Decidida y confiada comencé el ascenso, recordé la técnica que me había compartido Sam. todo el ascenso era en zig-zag por lo que de repente se sentían muy pesados algunos. Me sorprendió ver más adelante una chica, me saludó y me dijo: "Te estaba esperando, te vi que venías a lo lejos", la reconocí, estuvo conmigo en la salida, platicamos muy brevemente ahí. Ciertamente me sorprendió verla ahí, pues la imaginaba peleando por podium. Resulta que había visto una vaquilla adelante y sintió temor, además no quería ir sola en ese trayecto. Nos acompañamos todo el ascenso y descenso del cerro, platicamos mucho y nos tomamos fotos, se llama Alma, y hoy lo reconozco, fue mi ángel, aunque al inicio me sentí agobiada y presionada por su compañía, lo cierto es que me ayudó increíble. ¡MUCHAS GRACIAS! Ella es toda una veterana del trail. Recuerdo que al inicio la Peña se veía enorme y las antenas del cerro lejanas, poco a poco fue al revés, creímos que subiriamos hasta allá, no fue así, pero faltó muy poco. Veíamos águilas volar muy cerca y estábamos fascinadas con la experiencia. Vimos unos corredores delante de nosotras, no los alcanzamos, aún cuando iban caminando. 
Por fin llegamos a un abastecimiento, que era en donde iniciaba el descenso, platicamos con los niños, y nos dijeron que éramos muy pocos corredores. Decidimos meterle ritmo al bajar, pues no era muy técnico el camino. Nos sorprendió la chica que yo había pasado al inicio, al alcanzarnos en el descenso, me desalentó al verla tan fresca, y darme cuenta lo que me había costado subir a mí y que ella como si nada subiera y le quedaba galleta para bajar más rápido que nosotras. Me queda claro que ese es un punto que tengo que trabajar, tanto física, pero sobre todo mentalmente. Me dejé llevar por su ritmo, superior al mío y me quemé, el calor ya se sentía con ganas y la frecuencia cardíaca se me elevó mucho, me costó mucho trabajo recuperarme, me sentí más presionada porque Alma podía más de lo que yo estaba logrando hasta ese momento, le dije que no se preocupara, que siguiera y alcanzará a la chicuela. Ella decidió apoyarme y alentarme, me tuvo paciencia y se fue a mi ritmo. Llegamos de nuevo al pueblo, y el calor ya se sentía con ganas, pasamos a una tienda y compramos una coca, a mí me urgía electrolitos, pues solo con agua, mi gel y naranjas me la había pasado, quería comprar uno, pero no quería ir cargando, hoy me queda claro que era preferible cargarlo, aunque lo dejara en el siguiente abastecimiento. Pedí una bandeja de agua para refrescarme y me mojé toda, me ayudó y continuamos. Llegamos de nuevo a la carretera y a los caminos rurales y ahí ya se sentía el calor y el sol tremendo, no hacía aire y no había dónde resguardarse del sol. Hasta ahí, todavía Alma iba conmigo. Iríamos por el km 27 cuando distinguimos a lo lejos el cerro que acabábamos de subir y bajar. Alma estuvo conmigo alrededor de cuatro kilómetros más, que era a la altura de otro abastecimiento, estos kilómetros se me hicieron eternos y muy sufridos, eran exactamente los caminos que ya había pasado al inicio, sin embargo, el clima los hacía completamente diferentes, el lodo ya estaba seco, el sol lo sentía brutal, a donde voltearas no había nada ni nadie. Recuerdo que ahí fue donde más claro me quedó la enorme diferencia de ruta a trail, en ruta si no aguantas simplemente te sales y alguien te ayuda y hay forma de regresar. En trail, o sigues o sigues, no hay de otra, simplemente tienes que buscar dentro de ti el propio aliento para continuar.

Llegamos al kilómetro 31, en donde había el entronque con la ruta del inicio y un abastecimiento. Recuerdo que llené ahí mi camel y me pesó muchísimo, ya sentía como rozaba la mochila y el medidor cardíaco mi espalda, decidí ignorarlo. En ese punto en lugar de dar vuelta para tomar de nuevo el libramiento Cadereyta-Xilitla seguimos de frente hasta entrar por una pequeña colonia empedrada, en el mapa da la referencia como "Tunas Blancas", ahí dolían los pies al correr y por fin comenzamos a encontrar personas que nos alentaban. Alma siguió su ritmo, y yo continúe al mío. Finalmente llegué a la carretera San Juan del Río-Jalpan de Serra que es la que da entrada a los viñedos Cote y La Finca Sala Vivé. Antes de llegar a la carretera se encontraba una señalización para atravesar todo un llano por  poco más de un kilómetro, el cual se me hizo eterno, podías ver la carretera y aún estaba un tanto lejana, escuchabas el ruido de los camiones y carros y a la par de vez en vez se atravesaban al paso la fauna del llano. 

Finalmente lo atravesé y corrí unos 500 metros aproximadamente por la carretera, llegue a un puente peatonal con rampas, todo a partir de ahí la señalización fue confusa, afortunadamente había corredores que te orientaban y echaban porras, tocaban el claxon de sus carros y gritaban mucho para alentar a los pocos valientes del maratón que aún estábamos en ruta. Había que atravesar la carretera por el puente, correr por un estacionamiento y tomar una calle hasta llegar a los Viñedos Azteca, ahí había el último abastecimiento en donde sí tenían una tacita comunitaria, en cuanto me vio llegar, el chavito que estaba ahí la llenó y me la dió, yo ni la pensé, la tomé y me la vacíe en la cabeza, -ja ja ja- recuerdo su cara mientras yo sentía que mi alma regresaba a mi cuerpo, le pedí que me sirviera un poco más y tomé agua y comí una naranja, me orientó por dónde seguir, Alma ya venía de regreso y se detuvo a alentarme, atravesé la ruta designada por ahí y continúe, era regresar de nuevo al puente y atravesarlo para entrar a la Finca Sala Vivé, primero entrar a Bodegas, bajar una rampa y correr por las barricas, corría entre los visitantes, y aunque estaba muy fresco y fue interesante conocer la instalación, ya iba en automático, apenas y alcancé a reaccionar y saludar al fotógrafo que había ahí. salgo de la bodega y me encuentro con unas escaleras enormes que había que subir. Me recuerdo al pie de ellas viéndolas por varias segundos en lo que me decía: "Esto va a doler, ándale, es el último esfuerzo". Me imagino que los visitantes que estaban ahí cuando me vieron la cara al pie de ellas dijeron "Pobre diabla, hay que alentarla" -ja ja ja- y todos comenzaron a animarme, lo agradecí y me despedí, salí de ahí y pensé: "¡Por fin, ya acabó la tortura!" y ¡no! Aún faltaba. 

Salí de la Sala, ahora había que rodearla para atravesar los Viñedos, que ya viendo la ruta tan solo el ida y vuelta de estos eran dos kilómetros, pero con el sol se sintieron miles de ellos. Afortunadamente en cuanto comencé a atravesarlos, comenzó el aire, lo cual agradecí. Confesaré, hice una pequeña travesura ahí (no entraré en detalle, no fue por maldad ¡lo siento!).
Qué diferentes son los racimos de las uvas comestibles a las de los vinos, la verdad me pareció muy pequeño el viñedo, yo lo imaginaba ENOOORMEEE, y en cuanto sentía lo doloroso que ya estaba siendo justo en ese momento, agradecí que no fuera tan grande como lo imaginaba. Justo ahí, en los viñedos, fue cuando más enojada estaba conmigo. 

 Me recuerdo, literal, mentando madres y con pensamientos como: "¡Cómo jijos se me ocurre tomar un reto así, si no estaba preparada para lo que es! ¡Es la última carrera que hago! ¡Yo no soy para esto! ¡Soy increíblemente débil! ¡Estoy loca por maltratarme de esta forma! ¡Nunca más haré un maratón, no es para mí!" Fue un pequeño momento de fuga emocional, luego sentí de nuevo el aire acariciar mi rostro y me calmé, continúe y seguí admirando los racimos tan bonitos. Después vi que había baños, y entré, literal, abrí la llave del lavabo y metí toda la cabeza, enjuagué mi boca y salí a terminar mi aventura. A lo lejos veía alguien ahí parado, me preguntaba qué hacía alguien en el sol, ya después entendí que era el fotógrafo, el que me tomó toda una serie de fotos muy bonitas, me quedó claro que era otro loco apasionado por lo que hace. ¡Gracias! En lo que me fue posible, me recompuse y traté de saludar. Estaba por claudicar el modo "Arabella".
Ya faltaba muy poco, seguí los señalamientos y pasamos por área de bodegas, todo muy solo y no tan lindo, atravesé un patio que me pareció muy largo, luego otra vuelta, y otra más y ya estaba a punto de caer mareada de tanta condenada vuelta, por fin salí de nuevo a la carretera, y había una flecha indicando entrar a donde desde que llegué al puente quería entrar. Me recibió una señora del staff y me dijo: "Es usted la última", me cayó muy mal eso -ja ja ja- estaba hasta la madre de toda esa locura, y eso lo tenía perfectamente claro desde que me pasó la chicuela en la bajada del cerro, no necesitaba que me lo hicieran notar -ja ja ja- ¡Carajo, me dio en el orgullo! -ja ja ja-, imagino que intentaba ser amable y alentarme, recuerdo que me hacía preguntas y yo estaba ya tan en automático que no atinaba contestar, mi enfoque era solo el cruzar el arco de meta. Había  luchado con todas mis fuerzas por mantener el paso de Alma, luego porque no me alcanzará la barredora y luego por terminar y no llegar en estado tan deplorable -ja ja ja-, no quería verme como esos vídeos en que llegan arrastrándose y con mirada perdida, aún había un poquito de modo "Arabella aguerrida" en mí. 

En cuanto entré a los viñedos Cote, se escucharon a lo lejos gritos y aplausos, intenté ver de dónde venían, pero me distrajeron al indicar el camino a tomar, porque ¡sí!, había más vueltas por dar. Tuve que rodear su sala restaurant, dar vuelta por aquí y por allá, la verdad que ya no tengo tan claro por dónde tanto pasé ahí, solo recuerdo las porras de una chica que me hablaba por mi nombre, me recuerdo pensando: "¡Órale, me conoce!" corrió un tramo conmigo y me indicó por dónde salir y me animó diciendo: "¡Ya solo sales de aquí, atraviesas la fuente y das la vuelta al jardín, ahí está la meta!". Me sentí aliviada, estaba por concluir la locura. Salí y vi la fuente, vi que corrió el camarógrafo, me enojé, porque pensé que estaba papando moscas y pensé que ya no me tomaría mi foto de meta, después descubrí que solo ahí tomaron fotos. Saludé a la cámara, sonreí y me dirigí a la ansiada meta. En el arco vi de nuevo a la chica alentandome y me tomó una foto, yo medio alcé los brazos, paré el reloj y me paré a quejarme -ja ja ja- enseguida llegó la chica a preguntarme "¿Cómo te fue Marina?, ¿Cómo te sientes?" y  a la par llega la chica de staff me pone la medalla y me da un electrolit, antes de contestarle a mi linda porrista particular, tomé la isotónica de un solo trago, después solo atiné decir a ambas: "¡Gracias! ¡Por fin terminé!" y en seguida me llegó el dolor increíble del cuerpo de cuando paras por completo, necesitaba seguir caminando y parar poco a poco, mientras lo hacía, recordé quién era esa chica, era mi compañera de viaje Verónica que estaba tan admirada de que fuera a correr maratón, ¡qué pena me dio con ella!, espero si llega a leer esto me entienda, no es que fuera grosera, tan solo estaba en trance de la reverenda joda que me acababa de meter. 

Llegué a la carpa de Corredor Viajero, me recibieron de forma muy empática, me dieron un tapete para que me sentara y estirara en lo que esperaba mi masaje de recuperación, me dieron tiempo de cambiarme y emprendimos el camino de regreso. Pensando en que iba a llegar con el tiempo justo para el retorno a cdmx, me preparé un tupper con mango, pechuga de pollo asada, brócoli y zanahorias, aparte tomé otros dos electrolit para el camino. Ya de regreso en la camioneta fui el centro de atención por un buen rato, me preguntaron cómo me fue, platiqué mucho, me invitaron vino, brinde con mis nuevos amigos, reímos y pasamos un gran rato, luego a todos les llegó el bajón y todos dormían, menos yo, aún tenía la adrenalina hasta el full, me dolía increíble la garganta, pero no podía dormir. Llegamos a Revolución de nuevo, nos despedimos. Yo pedí un uber a casa y luche en el camino por no dormir. Me recibió mi familia y otra vez a platicar todo lo que viví, Tomé un baño y en ese inter me trajeron tacos de pastor, que no pude disfrutar como debe ser, por el increíble dolor de garganta. Finalmente me llegó el cansancio, y me fui a dormir, desperté al día siguiente ligeramente dolorida y con pensamientos de: "¡Sí aguanto el maratón cdmx!"  La garganta me dolió por varios días, entendí que fue por la sed y el calor, me deshidrate e igual me llevó casi toda la semana recuperarme, encontré también que la espalda me la rocé increíble y tardó más de una semana en aliviarse por completo. Me quemé la cabeza, cometí la novatada de quitarme el buff, el cuero cabelludo lo resintió y tuve que hacerme tratamiento, regresé como negrita cucurumbé. Salvo esas pequeñas heridas de batalla estoy entera y ya lista para más retos.

Ya en el trayecto de regreso a casa, de inicio sentía mucha vergüenza de haber sido la última, la más débil, la rotita -ja ja ja- pero curiosamente, me sentía muy feliz de haberlo logrado. Al paso de los días, no dejaba de pensar en las palabras del animador "Los Valientes", y de verdad que no dejaba de sentirme justo así. El lunes me enviaron mensaje mis amigos y me felicitaron, porque nunca dejé de luchar a pesar de las condiciones. Ellos las vivieron en el medio maratón y mientras yo me debatía por conquistarme, ellos ya estaba en Bernal paseando, recuerdo que me llamaron mientras estaba aún en ruta para ver cómo andaba. Luego platicando con mi familia, lo mismo me dijeron. Después vi mis resultados, descubrí que fuimos solo ocho mujeres, yo fuí la de mayor edad y la chica con la que competi me ganó por 15 minutos, Alma la logró alcanzar y pasar, también pasó a un hombre y me dio mucho gusto ver su resultado. Sigo sintiéndome muy feliz, y ahora muy orgullosa, y tengo muy claro, sí, fui la última, "La última de los 27 Valientes de Bernal", y sí, "Fui más fuerte que esto¡Cómo jijos no!

martes, 25 de junio de 2019

Soy Grande, Fuerte y Poderosa

CRÓNICA DEL MARATÓN CDMX 2018

Este año (2018) lo tenía visualizado diferente en el ámbito deportivo, y tenía metas muy claras, y finalmente así las logré. Invariablemente las llevaría a cabo, pero como siempre me ha pasado: "¿quieres divertir a Dios?, entonces cuéntale tus planes". a fin de cuentas me adapté al descontón de esta ocasión, me puse creativa y salí adelante.

El año inició con un cambio radical en mi vida, tuve que adaptarme a este, soltar personas, situaciones y sobrevivir el duelo más grande que hasta hoy (incluso más que el del Pachón) he tenido. Y no, no fue por Leonardo, el BBtuti, quien solía ser mi parejita de vida y aventuras, obvio, sí dolió, pero comencé a fluir rápidamente, lo que verdaderamente dolió fue lo que descubrí en el tiempo de catarsis que hice al revaluar y entender la razón por la que estuve demasiado tiempo en la inercia de esa relación, me vino brutalmente la luz al darme cuenta de la mujer (YO) que dejé ir en ese tiempo, y eso ¡sí que dolió! A fin de cuentas, hallé la forma y comencé a funcionar y fluir de una forma increíble y con una energía física y mental como nunca imaginé.

Tenía muy claro antes de la ruptura que no gastaría energía en carreritas en Reforma este año, prefería estar completamente enfocada en mi meta "Hacer mi mejor Maratón" -hasta hoy-, solo me tenía la concesión del medio del Día del Padre y a reserva de cómo me fuera sintiendo. Y así comenzó:

Inicié mi programa de entrenamiento desde febrero para el Maratón por My Asics, y le fui dando variaciones con miras del medio maratón. Esta ocasión en la pretemporada le agregué trabajo de fuerza en circuitos y ahora sin chicote que me limitara, me aventure a hacer montaña, conocí corredores increíbles y muy compartidos, que me enseñaron rutas en la Sierra de Guadalupe, comencé a experimentar situaciones increíbles y mi "puerquecito" lo agradecía y respondía cada día más. Quizá la emoción me hizo llevarme a mi límite y me lastimé un tendón del pie izquierdo, lo atendí de inmediato, y me dieron luz verde para continuar entrenando, persistió el dolor y lo ignoré por dos semanas, ese fue mi error, llegó el medio del Día del Padre, y ya tenía lesión, lo corrí así y agravó. A pesar de eso, no me fue nada mal en el medio, pero sí
tuve un susto tremendo. Me atendí y me dieron descanso completo por dos semanas, aunque me preocupé mucho, decidí no clavarme y preferí ocuparme, descansé de trotes, pero, comencé con natación, hice fuerza sin meterle peso al pie y bicicleta y me ayudó a mantenerme y despejar los miedos. Tuve cuatro terapias, en las cuales fui muy obediente en las indicaciones del doctor. Poco a poco fui regresando a los entrenamientos, los fui adaptando a como iba sintiendo mi pie, escuchando todo el tiempo mi cuerpo, teniéndome paciencia, y sobre todo logré mantenerme positiva  y enfocada a pesar de que estaba en riesgo el Maratón. En la semana en que se iniciaban las distancias aún no estaba lista, pero me autorizaron a regresar a correr, aunque no la distancia que correspondía, solo
hice 12k, aún así me sentí muy feliz de poder hacerlo. Después de eso,  ya no paré, y logré hacer todas las distancias, incluso hice la distancia más larga y en mejor tiempo que había hecho en mis anteriores cuatro maratones, eso me dio una alegría increíble y la plena seguridad de que lo lograría.

Lo que en esta ocasión me ayudó a no dejarme caer por las vicisitudes que se iban presentando, fue que me decidí a fluir los cambios, disfrutarlos, vivirlo intensamente -aún cuando algunos dolieran- y me hice consciente de la mujer que soy, lo tremendamente abundante que soy y comenzar a agradecer todo eso. En todo ese proceso, encontraba la forma de divertirme todo el tiempo, me cree choros  y juegos increíbles y comencé a jugar con mi mente como nunca lo había hecho.

Finalmente llegó la semana previa al gran evento, y había que ir por el kit y para no perder la bonita costumbre fui el primer día, invité a mi hermano y nos fuimos los dos a la expo, me divertí como nunca lo había hecho, me tuvo paciencia en el momento en que entré en pánico porque no encontraba mis geles, nos dedicamos a comprar cositas, ver toda la ropa y souvenirs; él hizo corajes con los precios exagerados y mala calidad de lo que venden (él tiene su negocio de diseño y hechura de ropa deportiva). Tuvo la súper paciencia de buscar en el muro de corredores mi nombre y ¡lo encontró!, nos tomamos fotos y me tomó fotos increíbles. En esta ocasión, a diferencia de las anteriores expos, no iba lastimada, no me dolía nada, así que pude caminar, correr y brincar en todos lados, amé compartir este tiempo con el Chaparro, bromeamos, y recordamos a Pachón, imaginamos lo divertido que hubiera sido si él estuviera con nosotros, con lo loco y sin pena que era. Ya que nos íbamos, nos encontramos al "Conde" Andrés, platicamos y nos tomamos la selfie. Nunca creí que mi primera experiencia en Maratón pudiera quedar opacada y sí, hasta este día de la expo, esta ha sido la mejor.



Las dos semanas previas al Maratón, sentía ¡tanta hambre!, que de verdad apenas y me llenaba, y la semana previa me "nutri" con fe, o más bien, creo me "sobre nutri" y eso, creo que fue lo que me pasó factura en el Maratón ¡zaaz! Ahora recuerdo, y muero de risa. A pesar de esta equivocación, lo cierto es que en esta ocasión, logré crear la mejor versión de la Mini hasta ahora, y también sé que la puedo pulir aún más.

¡Me hizo dos playerucas!
De nuevo como en el maratón de la espantosa X, mi hermano me hizo mi playera, pero hoy fue muy especial, me hizo un diseño de una caricatura de la MINI y hoy curiosamente la quería de fondo blanco, y la organización me sorprendió con que la playera del evento sería blanca ¡osh! Me tuvo paciencia de nuevo y le hizo un cambio multicolor y quedó bien bonita mi playera que usaría en el evento, no la probé, la estrené el mero día y ¡zaaz! Súper cómoda y fresca, yo me empapo completa cada que hago maratón y en esta ocasión para nada me pesó la playera, se seca rapidísimo, muy suave su textura y el color impreso bien bonito, tiene un ligero brillito la tela que luce aún más. A fin de cuentas, me enamoré de mi playeruca Soul Shirts Sports

Llegó el sábado y organicé a mis amiguitos de la pistita para vernos con la playera y convivir un rato en la mañana para desearnos suerte en nuestra carrera y ponernos de acuerdo cómo nos iríamos. No pudieron ir todos, pero aún así los pocos que fuimos sacamos el estrés y la emoción, mi pupilo el Señor Enrique nos llevó sándwiches y pasamos un ratito genial. Toda la tarde descansé y comí -ja ja ja- seguía con mi hambre, preparé todas mis cosas y me fui a dormir hasta las 11 de la noche, pero el día anterior dormí con fe, así que no me preocupaba.



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Llegó el gran día, sonó la alarma y mi día comenzó ligero y feliz, me preparé, desayuné, y me fui al evento con mis amigos, lo cual me relajó aún más, en el trayecto, reí muchísimo -hasta las lágrimas- con una anécdota que me contaron. Llegué justo a tiempo, todos teníamos brazalete diferente, ellos son mucho más rápidos que yo, así que decidí respetar en el que me tocaba y me fui a mi bloque azul. Dejé mis cosas en paquetería, me metí a mi corral y comencé a calentar, me encontré a Citla, nos saludamos y deseamos buena carrera. Me fui colando y colando para posicionarme mejor, ahí vi a Fafo y nos saludamos. Intentaría irme a su ritmo, pues él fue designado pacer del tiempo 4:40. Esperé casi una hora para salir, me amaneció ahí, me relajé y escuché música, de repente comenzó a sonar esa canción que me encanta "Drive/Incubus" y me entusiasme, comenzaron a llegarme todas las palabras bonitas que muchas personitas me dedicaron, agradecí y disfruté mientras caminaba hacia el arco de salida a comenzar mi aventura y repitiendo mi mantra de este año "SOY GRANDE FUERTE Y PODEROSA".


Ya en la ruta me fue imposible no dejar de sonreír, al menos en la primera parte, escuchaba y veía las porras, todo el tiempo me repetía "lento y constante", esta frase la tomé de un episodio de Maratón Man, las semanas previas veía películas y programas que motivaran, elevarán mi emoción y enfoque. Mi cuerpo se había grabado el ritmo al que debía ir, así que no me fue tan difícil gobernarme. La primera sorpresa ya estando en Reforma, escuché el grito de "¡Miniii!" Volteo y encuentro ya de vuelta a la poderosísima Súper Sam, me emocionó verla, mi primera reacción es mandarle un beso en agradecimiento a toda la buena vibra que me ha dado siempre desde que nos conocimos, nos saludamos y despedimos de lejitos. Seguí con mi alegría ensanchada. Entramos a Mariano Escobedo y veía y escuchaba mucha bulla y descubro que ahí estaba Alfanni, corrí y salté frente a él. Después encontré a Peluches y grité ¡Ánimo!, y me distraía haciéndome consciente al reconocer y recordar la ruta, pronto llegué al puente de Thiers y fue mi primer autocontrol al decidir subir lento y constante, ahí por fin vi a Fafo, el rabbit del tiempo de 4:40, corrí un tramo con él,  pero, comenzó el anuncio de una ligera incomodidad en mi cuerpo con un aún pequeño dolor estomacal, respire y apreté, trate de relajar y no engancharme en el sufrimiento. Luego me alcanzó Citla y me dio ánimos, corrí un tramo con ella mientras la incomodidad se agudizaba y la ignoraba. En Antara encontré a Carla, la saludé de lejitos y continúe. Llegué al Soumaya y  me sorprendió los acordes y coros de "México lindo y querido" con el Mariachi y el ballet folklórico, sentí tantas ganas de pararme a bailar, incluso paré un poco en lo que sacaba el celular para tomar fotos, pero la emoción me ganó y comencé a llorar, esa canción siempre me saca las lágrimas.


Continúe, pero ahora ya con otra incomodidad, ya sentía ganas de escala técnica, lo venía ignorando de kilómetros atrás, odio cuando mi cuerpo me juega chueco ¡osh! Con mis amigos, dejamos la camioneta en la casa de uno de ellos por Misterios para tomar taxi desde ahí al zócalo, y en su casa habíamos pasado todos a escala técnica, en corrales no sentí ganas y hasta como por el kilómetro ocho comencé a sentir la necesidad. Vi las colas inmensas en los baños y no quise parar, me fui aguantando, y me repetía "aguanta al medio y ahí buscamos baño", quería llegar al chequeo del medio y de ahí correr a Antropología -ja ja ja ja- y pues me alejé más y ya no me salio el plan, pasé el medio y ya en Reforma se agudizó increíble el dolor estomacal, recuerdo que al inicio pensé que era la banda del medidor de fc, y me detuve rápido a aflojar un poco la banda, se ha dado a veces que me molesta sentirla apretada y me provoca dolores en la boca del estómago, la aflojé y no, no era eso, continúo el dolor, ya había tomado el retorno y justo frente a Auditorio tuve que parar porque el dolor me dobló, algunas personas me auxiliaron, me recuperé un rato y continúe. Creí que era dolor de caballo y lo traté así, se calmaba un poco apretando justo en el área del dolor y bajando el paso. De la marca del medio a la siguiente fue el paso más lento que registré, porque fue en donde el dolor de verdad se sintió muy fuerte.

Entré a Chapultepec, y recordé los baños que hay ahí, salí de la ruta y me dirigí a ellos, perdí tiempo ahí, pero creo que menos que el que hubiera perdido si me quedo en la fila enorme de los portátiles. El dolor que sentía era muy raro, una mezcla entre retortijón y dolor de caballo y además el de sentir la vejiga llena y estar apretando para no orinarse entre cada zancada. Sentí un poco de alivio después de ir a la escala técnica del no. 1 -ja ja ja-  Me tenía muy desconcertada ese malestar, nunca había sentido algo así. Ya que volví a entrar a la ruta de Chapultepec y sus incómodos adoquines, me preocupó mucho mi tiempo, así que le perdí el respeto, y ahí corrí lo más rápido que me era posible, había que recuperar el tiempo perdido, solo paré rápido porque comencé ya a sentir la fricción entre las piernas, y antes de que rozará preferí aplicar vaselina, pero no podía abrir mi contenedor chiquito que siempre cargo, le pedí a un policía que me auxiliará a abrirlo y muy amable me ayudó. Casi llegando a la salida de Chapultepec, me encontré a German @morfitomx lo saludé y animé.

Salí de Chapultepec a Reforma y aproveche que el dolor se había calmado bastante, corrí más rápido, pero cuidando de no quemarme, llegué a Insurgentes tomé la glorieta y me sentí entera ahí, no pesó para nada la subida, ya di vuelta en Avenida Chapultepec y vi la estación de hidratación de gatorade, y tomé un vaso, en esta estaba muy concentrada la isotónica y no le vino nada bien a mi panza de nuevo, volvió el dolor, me obligó a bajar de nuevo el paso, ahí decidí ya no tomar gatorade, solo tragos muy pequeños de agua, hasta mi gel que me encantó y me vino tan bien en mis distancias, comenzó a molestar también, traté de no desesperar, solo bajé un poco el paso, pausé la música y decidí entretenerme con las porras de la condesa, aproveché la generosidad de los voluntarios ahí, y comí nutella, plátano, tomé jugo de piña y me ayudó muchísimo. El dolor fue cediendo. Sentí que llegué rápido a Nuevo León, no me pesó para nada la subida y me sentí feliz, era menos lo que faltaba. En Insurgentes alguien daba sandía y tomé un trozo pequeño, me alivió la sed y sentí energía. Recordé que Adri estaría entre los kilómetros 35 y 36 y la fui buscando, en cuanto la vi corrí a saludarla y darle un abrazo, de ahí me acompañó por cuatro kilómetros en los que me ayudó a distraer la mente y establecer un mejor ritmo, fue mi angelote ¡Muchas gracias!
Platicamos en ese inter, y llegamos al kilómetro 37, le comenté es el kilómetro de Pachón y me tomó fotos muy bonitas, más adelante en el kilómetro 38 mi hermano que venía de su juego me vio y gritó, corrí a abrazarlo, me cargó y dió vueltas, al hacerlo me apretó y regresó el dolor de estómago, además al cargarme aflojaron las piernas y sentí cómo se formaba el nudo en cada pantorrilla, le pedí que me bajara y comencé a sentir mucho dolor ¡ay! ¡Amores que matan! -ja ja ja- me despedí y continúe, nos fue siguiendo y nos tomó fotos a Adri y a mí.

Llegamos al kilómetro 40, en el que mis padres estarían, primero vi a mi Papaito, corrí a saludarlo y luego a la patita, hasta ahí tomé líquido, un trago largo de suero que me devolvió el alma al cuerpo, me despedí de ellos y Adri también se despidió de mí, me dijo: "¡no aflojes y cierra!" Y me dispuse a hacerlo, emprendí el camino hacia la meta, tan solo eran 2.195 kilómetros, los cuales tenía que imponerles ritmo, sabía que sería doloroso y había que aguantar. Después de despedirme, comencé a correr, llegué al 41 y adelante de este dolió tanto que me detuve y caminé ¡me estaba rajando!, mi cuerpo ya no quería, y ahí recordé mis entrenamientos, la friega que me metí por meses, cómo superé la lesión del pie, no salí a bailar con la tropa por mis entrenos, cómo hasta dejé el pan que tanto me gusta. Luego llegaron a mi mente las personas bonitas que estuvieron conmigo y al pendiente animándome, y me dije: "¡No inventes Mini!, te metiste una friega como para rajarse ¿ahora?, no se vale, rómpete la madre y después descansas todo lo que quieras, ¡métele wey!" -así de tierna soy conmigo, iba por tiempo y ya quedaba poco-. Retome, comencé a subir esa última pendiente de CU, luego viene la bajada en la que no solo me dejé llevar por la inercia, la corrí, pero ahí de verdad que es complicado, te encuentras con el muro de personas que ya van muy mal y otros que caminan en grupo con sus apoyos personales, te queda poco espacio para esquivar y no hay de otra, embestí a varias personas y corredores cuando ya no quedaba espacio y ni girando el dorso y hombros para no golpearlos, sí les tocaba un poco. Eso agotó más, ya logrando entrar en el estacionamiento volví a bajar de nuevo la velocidad en la última curva antes de entrar al túnel, ya estando en este y aún cuando me encantó ver cómo quedó ambientado, no paré, me preparé para subir el tartán, y una vez ahí, ni me perdone, cerré como si fuera por un touchdown, no quise ver el reloj, solo me enfile a la meta y llegué, no recuerdo si alce brazos, el punto era parar reloj lo antes posible, lo que sí recuerdo es mi expresión al cruzar y voltear a ver el reloj y darme cuenta de que lo logré: "¡A huevo, lo logré!"

Caminé un poco y me llegó el cansancio y la emoción, me apoye en las vallas y comencé a llorar a grito abierto, alguien me consoló, y ya seguí caminando, me tome mi selfie y le pedí a alguien que me tomara foto, fui por mi kit de recuperación y medalla.

Estando ya en el área de recuperación, me llama el Chaparro preguntándome en dónde estaba, yo creí que él ya estaba con mis padres en el kilómetro 40, me sorprendió al decirme que se encontraba en las gradas del estadio, resulta que desde donde lo había visto, corrió detrás de Adri y yo. Llegó al estadio y entró a las gradas en donde pudo verme cruzar la meta, me dijo que en cuanto llegó arriba yo iba saliendo del túnel y vio mi cierre, literal. Ya después del show de recuperación, nos pusimos de acuerdo y regresamos juntos al km 40 a encontrarnos con mis padres.




Después de estar pensando y recordando todo lo que viví en este maratón, indudablemente, sí se la mata al primero, ¡claro, que el primero siempre será especial! Pero esta ocasión, no sólo reencontré a la Mini que atesoraba, sino que ¡la mejoré! De principio, desde entrenos, expo, maratón e incluso la semana posterior, ha sido más que genial, divertido, fluido, tranquilo, todo bonito y feliz. Claro, tiene que ver principalmente la actitud, la experiencia adquirida y tu entorno. Hoy por hoy, estoy muy agradecida por la enorme abundancia que tengo. Cerramos este serial y ya veremos qué sigue, no hay prisa, hay prioridades, sigo corriendo obviamente, pero me gusto dejar de "huelemolear" en carreritas en Reforma, me sigo con mi gusto de correr por experiencias que me aporten y no me desgasten en vano, me funcionó la fórmula, estoy entera, sin molestias y ya lista para darle a lo que sigue.

¡CÓMO JIJOS NO!