Bien dicen que cada maratón es una nueva historia, nunca parecida al anterior y mucho menos al primero que se hace. En cada intento podrás tener o no un objetivo y un plan que nunca sabrás hasta el día del gran evento si te saldrá o no, hay muchos factores independientes a tu empeño, esfuerzo y disciplina que intervienen en todo el proceso y que solo tu carácter podrá sacar adelante tu objetivo.
En esta ocasión de nueva cuenta, como en cada maratón desde que inicié en esta locura, Dios se ríe de mis planes, y esto no es afrenta hacia él, de hecho, he aprendido a aceptar lo que me destina, hoy me dolió increíble (aún duele), quizá por eso tardé tanto en escribir, evitaba la confrontación con él y conmigo, aunque ya estoy más tranquila y asimilando cada día más lo que ahora me destinó, sigo resolviendo en mi interior esta trágica e inesperada situación.
... así comenzó esta historia...
Mis metas este año solo eran dos, el medio de las chavalitas y el maratón, curiosamente en ninguna me fue como esperaba, sin embargo, superé mis expectativas, y este maratón tenía todo para hacer mi mejor marca, hice rp en 10k, logré correr por debajo de las dos horas de nuevo en medio maratón y cada día me sentía más fuerte física y mental, pero, este no era para marca o quizá sí, no lo sé, el punto ahora fue que a pesar de todo lo terminé.
Tuvimos entrenamientos increíbles, fuimos al nevado varias veces, a Hidalgo a los frailes, aunque fueron entrenamientos dolorosos, me daba la certeza de que podría con todo lo que viniera. Y creo que de alguna forma así fue...
Lo que siguió fue una dolorosa lucha por dejarlo ir, por perdonarme por no visitarlo el día anterior a su partida, por perdonarlo por no cuidarse, por adaptarme a que ya no esté, por habituarme con mi familia y su inesperada partida, por no dejarme caer, por tener la fuerza para mí y para mi familia, por pensar, aceptar y soltar esas dudas que jamás serán contestadas y conformarme con lo que sí sé, que es lo que vale...
...El día más triste fue el siguiente de la cremación, en donde solo estábamos la familia, fue un vacío increíble, desperté con un dolor por existir, la única forma que supe en que podría continuar fue seguir corriendo, seguir avanzando con todo y el dolor, con la esperanza de que disminuyera un poco entre cada zancada, así que decidí continuar por conquistarme, el enfoque había cambiado, ya no era la lucha con el maratón, era la lucha por continuar.
Hoy seré muy breve en la crítica al evento, como siempre desde esta nueva edición, se superan año con año. Me siento satisfecha con todo lo que nos dan. En la entrega de paquetes encontré a Conde, amigo de Pachón y a Karli, nos tomamos la foto, hice la dedicatoria en las letras gigantes del Maratón con su frase entrañable de su equipo Coyotes y que decidí tomarla como lema para esta ocasión: Orgullo y Serenidad.

El domingo antes de salir de casa fue todo lo normal que hice en los anteriores, salvo que hoy pasé al pequeño altar a la virgen que se encuentra en la explanada a orar un poco. Las dos semanas anteriores me dolía increíble el tobillo todo el tiempo, incluso ya en los corrales junto con BBtuti, Milk y Adri que su compañía ayudó a que no fuera más eterna la espera al arranque, aunque sea un poco se me olvidó el dolor, me decía para mí ¡espero no me vaya a doler todo el tiempo mientras corra!... Así, se nos fue la eterna casi hora para poder cruzar el arco de salida, reímos, bromeamos y nos tomamos fotos con Kaliman, por fin llegó el momento y cada quien tomo su paso hacia su propia competencia , y de igual forma la magia del maratón se hizo presente, en cuanto comencé a correr desapareció el dolor.
Aún con toda la tristeza que continuaba sintiendo y con que no sé estar triste por demasiado tiempo, me daba mi auto "cocowash" y decidí disfrutar todo el tiempo, así entre zancada y zancada lloré, berree, me emocioné con las porras, odié el pavimento, reí muchas veces, toqué al San Judas que alguien llevó y me encomendé a él, platiqué contigo, imaginando que irías conmigo te mostré que no es tan aburrido correr, que es una experiencia religiosa y un ensayo de vida en 42,195 metros, a veces peleé y te recrimine el no haberte cuidado, peleé mucho (como siempre lo hacíamos) contigo, a veces sentí que ibas encima de mí por lo pesado que me pareció en algunos tramos el ir corriendo y ahí te decía "¡No mames Pachón, es nuestro paseo, pero no te pienso cargar en todo el trayecto... bájate K!", recordé lo divertido que era salir contigo y decidí hacer bobadas como la de ir y matar la selfie de los turistas de Reforma, y continuar corriendo atacada de la risa, recordé tanto tu risa hasta las lágrimas en las recientes vacaciones en Cuernavaca, cuando no me dejabas tomar la selfie familiar porque te atravesaste y enseñabas las pompas... Recuerdo tanto ese día, hacía mucho que no te veía así. Recordé tu cara cuando nos avisaste que esperaban un hijo -el pequeño Max- y estabas tan contento y asustado a la vez, recordé tu cara de felicidad cuando te casaste, lo enamorado que estabas, tu cara cuando Max llegó al mundo, lo alcahuete que eras con él... tanto que recordar en tan "largo" tramo que siento no fue suficiente... supongo que se llevará aún más tiempo o quizá nunca sané, solo será un poco más llevadero todo esto que se siente.
Kilómetro a kilómetro, recuerdo tras recuerdo, así transcurrió el maratón, llegó un momento en que mis rodillas se sintieron de verdad muy cansadas, me tenté a caminar por la condesa, pero me alenté yo misma a aguantar un poco más hasta el 35k que es en donde estaría el oásis B-runner, mientras tanto me entretuve viendo al paso las porras, vi a ese chico de botarga peluda que me sacó una gran sonrisa y decidí tomarle la palabra de su porra "Dame un beso y no le digo a tu novio", fue muy divertido eso, vi, escuché y me emocioné con la increíble banda escolar, rompí el muro y perdí la cuenta momentáneamente de en qué kilómetro iba en el 32, sonreí y saludé a la cámara en el 30, por fin subí Nuevo León y llegué a Insurgentes, vi la energía de porras de Araiz y Verónica Velázquez, pasaba y pasaba porras de los equipos y no encontraba la del equipo, comencé a desesperar porque creí que los había pasado, cuando veo el suburbia y recordé que Chio había comentado que a esa altura estarían, respiré y vi a lo lejos la carpa con globos rojos, sentí un gran alivió... Corrí hasta ahí y Chío auxilió a mis adoloridas rodillas, Lore llegó y me dió naranjas, y ayudó con mi suero, Don Luis me saludó y alentó... ¡Fue mi oásis ese punto! Continúe con mi lucha.
Mis padres y mi hermano Daniel habían dicho que irían, y ya estaba cerca de dónde los vería, me apuré a llegar al kilómetro 37 -el número con el que jugaba Pachón- llegué con toda la actitud a ese punto, pero nunca los vi, después supe que no fueron, continúe a un ritmo más lento, hasta el 38 y pico y ahí me dije, ¡ya estuvo Mini, vamos a terminar... dále con todo lo que has reservado! Ahí comencé a mejorar el paso poco a poco, llegué a la meta con todo lo que me quedaba, alcé la mirada al cielo y te dedique mi esfuerzo...
Creí que al cruzar la meta lloraría como en Monterrey, pero el estribillo que sonaba de fondo me distrajo y sorprendió tanto que olvidé el llanto, ese estribillo para mí fue la señal absoluta de que estuviste conmigo ese día. Mi canción favorita, y que había perdido meses atrás al cambiar el celular, esa canción fue la última que me enviaste, porque sabías que me gustaba mucho...
¡Gold!
Always believe in your soul
You got the power to know
You´re industratable
Always believe in, because you are...
¡Gold!
¡Así juntos y hasta el último aliento con Orgullo y Serenidad
llegamos a la meta, nuestra meta Pachón!









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