lunes, 6 de enero de 2014

La satisfacción tiene un aroma a Vainilla


El sabor de la satisfacción al haber concretado una meta más, está impregnado a un agradable olor a vainilla que aún despide mi medalla.

El pasado 7 de abril, tuve la gran experiencia de participar en el primer Eco Maratón Tajín, en esta ocasión participé en la distancia del Medio Maratón. Hace diez años visité Papantla y la Zona Arqueológica de Tajín en un viaje mochilero, y en cuanto me enteré que se llevaría a cabo ésta carrera en esa zona, de inmediato me visualicé participando.

Sin la real intención de participar, ya que la venía pensando mucho, cuando menos lo imagino, que me embarcan con la inscripción de la carrera, la cual, aquí entre nos, sólo me lo había visualizado y aun no me decidía, y bueno, qué mejor que verte de forma obligada inscrita a un reto, ¿qué no? De cualquier forma, ya me había hecho el propósito de entrenar más fuerte para un medio maratón y me encontraba ya con más de un mes dentro del programa seleccionado y aún sin fecha próxima para carrera, hasta me había dado el lujo de cambiar de programa -me aburrió el anterior y necesitaba más reto, qué payasa ¿no?- a fin de cuentas, la mente se programa cuando ya tienes un reto específico, y más si este te entusiasma, no sólo por sí mismo, sino por la experiencia integral del evento, el viaje, visualizarte entrando a la meta y con un maravilloso fondo arqueológico, recordar lo verde del paisaje, el aroma, la gente, la arquitectura, las calles; ¡espera!... ¿las calles?, ¡sí, las calles! Y en eso que me llega un déjá vu de la calle por la que caminé 10 años atrás, con tremendo mochilón a la espalda y en la que casi dejé el bofe, de lo cansado que me pareció, recordé la humedad, el calor, la tremenda quemada que me metí en Tajín y fue entonces cuando me dije: ¡¡¡De ahí soy, qué caray!!!

Continúe preparándome, dentro de lo que podía, he de confesar que el entrenamiento que hice fue muy desordenado, se me atraviesan los juegos de la última temporada de tocho, y al día siguiente no puedo entrenar, ya que son nocturnos, y casi con dos días máximo de anticipación nos daban el día de juego, a veces se me pasaban los días de fuerza que son tan importantes, las distancias las respeté todas, aun cuando en la más grande (24k) iba con un griponón y en pleno frío, aun así trate de dar lo mejor en los días que entrenaba.

Finalmente llegó la semana de recuperación, el nervio y la emoción se comenzó a sentir, a hacer y des hacer la maleta, seleccionar la ropa con la que correré, cómo estará el clima, llevar traje de baño o no, llevar algo de comer y beber para el camino y un sin fin de complicaciones que me suelo formular cuando estoy ansiosa.

Y llegó el día, o más bien la noche para encaminarnos a Papantla, curiosamente encontramos a muy pocos conocidos, solo un corredor- pero aún así se sintió un buen ambiente en el tour. Para mí me es muy complicado dormir en camión, y más cuando llegamos a la zona de curvas con una neblina muy densa, traía los nervios de punta, pero recurrí a mi música y acurrucarme entre los brazos de mi pareja con quien compartí la aventura.

Llegamos primero a Poza Rica a dejar a la primera tanda de personas a su hospedaje en el City Express, aprovechamos para estirar las piernas, comenzar a aclimatarnos, tomarnos fotos, dar el reporte vía red social de que estamos por llegar, media hora después ya estábamos en nuestro hotel, nos hospedamos, y alistamos para desayunar e ir a pasear a Tecolutla, salimos a la plaza ya más renovados y con toda la actitud de disfrutar, comenzamos a pasear, por el parque central Israel C. Tellez y el tradicional kiosko y alrededores, una música llamó nuestra atención, cuando un lugareño se nos acerca para alertarnos de la ceremonia de los voladores de Papantla que comenzaba en el atrio de la Catedral de Papantla "Nuestra señora de la Asunción".
 

 

Vimos un poco de la ceremonia de los Voladores, pues ya nos trasladamos hacia Tecolutla; días anteriores había entrado un norte, eso provocó que el clima fuera benéfico para la carrera, pero nublado para la playa, sin embargo, era agradable con todo y el viento que se sentía. Comimos y paseamos por la playa de Tecolutla, lo encontré muy diferente de como lo recordaba, pero nos dimos el tiempo para disfrutar y caminar en la playa con los pies desnudos y refrescarlos.

Playa de Tecolutla


El viento por el norte era fuerte, refresco el clima, pero era bastante agradable.



Emocionada por la experiencia y el reto.




El llamado para el regreso estaba dado a las 4:00 pm. tuvimos poco más de dos horas para hacer lo que cada quien quisiera, después de pasear por la playa, jugar en la arena, tomar fotitos y comer pescado ya estábamos listos para regresar a Papantla y recoger nuestros paquetes de la carrera.
En la entrega de paquetes, podías ver corredores nacionales e internacionales, la fiesta ya había comenzado.

Leo listísimo de regreso de su descanso
La Mini se reporta lista




Después de recoger los paquetes decidimos regresar al hotel, refrescarnos y descansar un poco, al anochecer salimos a pasear un poco por el centro, tomarnos fotos por el mural Totonaca que iluminado de noche es majestuoso, no sé si será el ritmo normal de la ciudad o era festivo por el mismo evento, pero se respiraba un ambiente muy alegre, característico de los Veracruzanos. Y entre las caminatas nos dio hambre y buscamos en dónde cenar. Encontramos dos lugares muy recomendables y escondidos entre la cotidianidad de la pequeña ciudad.
Mural Totonaca


Una pequeña y muy agradable panadería a una calle de el hotel Tajín, en donde puedes comprar tu pan y si lo prefieres te llevan a tu mesa en compañía de la bebidas que selecciones, ya sea un lechero, un americano o chocolate.
¡Salud!
Ya de regreso al hotel para descansar, nos encontramos con una pequeña fonda antojería "El Memín Pingüin", con su dueña de trato muy agradable y simpática, estaba por cerrar y accedió a atendernos y prepararnos unos tacos al momento deliciosos, la salsa muy rica.
Taquitos y quesadillas deliciosas del "Memín Pingüin"

Después de ese pequeño atracón, regresamos al hotel para bañarnos y prepararnos para el reto del día siguiente, dormimos muy bien, la cama bastante cómoda, el hotel sencillo pero limpio y bonito. sonó la alarma al cuarto para las cinco, ¡A correr se ha dicho! decía la alarma, nos levantamos ligeritos a alistarnos, la salida estaba programada del mural totonaca a las 6:00 am., la semana anterior había sido el cambio de horario, así que aún no amanecía, y una ligera llovizna nos daba los buenos días, pero el clima era bastante cálido, el hotel está a unos pasos de la salida, así que por ese lado no había presiones, bajamos y descubrimos que aún no estaba instalada la fiesta, nos enteramos que había postergado la salida, ya que no previeron el cambio de horario y la oscuridad, así que la misma altimetría la hacía peligrosa pues nadie veníamos preparados para esa condición. Regresamos al hotel a esperar una media hora en lo que se organizaban.



Cuando salimos la fiesta había comenzado, paseamos para reconocerla, nos tomamos fotos, encontramos gente conocida, las fotos de recuerdo y comenzamos a calentar, sentí la altimetría de la ciudad y me encantó más el reto, en una subida que hice en una calle durante el calentamiento, descubrí el acceso al atrio de la catedral, me di un pequeño instante para orar. Fue un momento hermoso.



Al ser la primera edición, tuvo sus detalles el evento, sin embargo, por sí mismo comenzó a fluir la energía; se dio el llamado para colocarnos en la salida, y comenzó la aventura, apenas amanecía, y en el trayecto dentro de la ciudad veíamos a la gente más curiosos que de apoyo, el ambiente de fiesta estaba más en los corredores, se sintió de inmediato la altimetría de la ciudad con una pendiente en ascenso, pero solo era al inicio, después vendría una bajada prolongada y fuerte. De pronto me sorprende un grito detrás de mí, -¡¿cómo jijos no, voy a poder!? ¡¡Venga!!- volteo curiosa, y descubro a una amiga tuitera @hadamakis que me saludaba y apoyaba usando mi username tuitero, pronto llegamos a la carretera, y ahí comenzó lo interesante de este reto, la complejidad de la humedad, aún cuando el clima era benevolente, sí se sentía el calorcito sin sol, lo cual distraía los paisajes que encontrabas en el trayecto, los ruidos del silencio rural, te encontrabas al paso a los lugareños en su cotidianidad, algunos curiosos nos miraban y otros nos ignoraban.
Confieso que esta carrera me sorprendió al igual que mi Primer Medio Maratón, por el ambiente de fiesta pero sobre todo por el gran apoyo que se sentía entre los corredores, recuerdo muy bien a uno con el que compartí algunos kilómetros al inicio, en los que nos rebasábamos continuamente, ambos corrimos al nivel durante una parte de la carrera, posteriormente me gano y me sorprendió con sus porras en el último kilómetro de la carrera, yo sentía que ya no llegaba, cuando al cruzarnos me grita: -¡Venga Mini, tú puedes!- lo cual agradezco tanto. Otro detalle similar que me quedó en la memoria es el de un grupo de corredores que me alcanzaron aproximadamente por ahí del kilómetro 15, yo ya sentía el esfuerzo en ese tramo, veníamos de regreso y con un ligero pero continuo ascenso, comencé a bajar el ritmo de la carrera, lo cual permitió que me alcanzaran y lo segundo que escucho después de sus pasos acercándose, fue sus palabras de aliento -¡Venga Mini, vas muy bien, dale!- a lo cual respondí con un saludo de agradecimiento con dedo pulgar arriba y obvio, le di, apreté de nuevo el paso, sus porras me ayudaron a no ceder ante el cansancio.
En otra parte de la carrera, por ahí del kilómetro 10, alcancé a una corredora de Puebla que radica en la capital del país, la cual con una gran vibra y durante un corto trayecto antes del retorno para los de la distancia media compartimos la carrera y platicamos corriendo, era su segundo Maratón, y tan linda me dio consejos antes de despedirnos, posteriormente tuve la oportunidad de verla llegar a la meta y echarle porras. 
Uno de los detalles que tuvo la organización en su primera edición fue que no marcaron el kilometraje, lo cual puede desconcertar bastante, faltarían casi seis o siete kilómetros, y alcancé a un corredor de Nike México, al igual platicamos un tramo, y comentamos acerca de la falta de señalamiento de los kilómetros, lo cual nos comenzaba a desconcertar, posteriormente calculo que por ahí del kilómetro 18 él acelero el paso y me saco cierta ventaja, así que lo utilicé de rabbit, traté de que no se me despegará tanto, finalmente llegamos al acceso de la zona arqueológica, el cambio de terreno se dejó sentir, había más vegetación, y las porras se escuchaban a lo largo, yo seguí de cerca al corredor de Nike, de repente visualice el arco de meta en una curva, a lo cual pensé que ya había llegado, así que aceleré y lo alcancé para lograr rebasarlo, y cuál va siendo mi sorpresa, que aún no era la meta, resultó que habían creado un circuito de aproximadamente kilómetro y pico dentro de la zona arqueológica, en donde podías ver las pirámides y a la altura de la de los nichos era el retorno para al arco de meta, ese circuito de ida y vuelta fue el más pesado, ya que se corría entre empedrado, y resultó bastante doloroso para el cierre, yo me quemé antes al cerrar fuerte para rebasar al corredor de Nike y creyendo que ya estaba a la vuelta la meta, así que ese último tramo lo sufrí en verdad, fue donde encontré al primer corredor de la crónica.
 
Aún cuando ese último tramo fue pesado, fue mágico a la vez, correr entre las pirámides y el silencio que se genera entre ellas, sí, silencio, aún cuando la fiesta del fin de la carrera se encontraba tan cerca, se siente la magnificencia de la cultura y nuestros ancestros, es un cumulo de sensaciones increíbles, son de las carreras que más he disfrutado en todos los aspectos.
 
Finalmente llegué a la meta marcando un tiempo de 2:01:44, en mi real categoría llegué en tercer lugar, sin embargo quien me inscribió lo hizo en otra categoría y yo no me di cuenta hasta que llegué a México y verifiqué mis resultados, ni hablar, ni llorar es bueno, lo cierto es que me siento muy satisfecha con mi desempeño, y la experiencia que viví es inigualable.  

Terminé empapada del esfuerzo, fue la primera carrera en que sentí el calor por el clima y el esfuerzo a más no poder y no se diga la humedad, fue muy lindo el llegar al arco sola, sobre pasto, con mucha sombra por los árboles y que te recibieran mujeres ataviadas con vestidos típicos para darte la medalla al cruzar la meta. Cinco minutos después de mí llego Leo, lo esperé para tomar su foto de meta y dirigirnos juntos al área de recuperación, muy vasta, por cierto, nos dimos el tiempo de recuperarnos, la verdad estaba tan adolorida del esfuerzo que ni siquiera podía estirar del dolor, mi dedo pequeño del pie izquierdo dolía bastante, así que un rato lo mantuve en hielo. Al sentirnos más recuperados nos alistamos para pasear por el área arqueológica, ya que los corredores teníamos el paso libre a esta. 


Obviamente nos dimos otra cansada, la zona es enorme, pero aún así la recorrimos toda, tomamos muchas fotos y hasta aproveché para descansar mis pies, el pasto está tan lindo, que una buena parte la caminé descalza. Finalmente regresamos a la meta para encontrarnos con nuestros compañeros de tour, y regresar al hotel para alistar el retorno a la realidad de nuestra caótica y hermosa capital, pero eso sí, llenos de satisfacción y en compañía del aroma a vainilla.

Y con la esperanza (al menos de mi parte) de que se organice la segunda edición del Eco Maratón Tajín...

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