miércoles, 25 de marzo de 2015

Saliendo de la Depresión "post carrera"

Revisando las entradas en el blogucho, me percaté de varios borradores perdidos e inconclusos, incluso unos con ideas perdidas que ni buscando en la conciencia las encuentro y ni las entiendo, entre esos borradores, encontré la copia de un relato que hice y compartí con un grupo de trotadores entusiastas hace casi dos años -¡ah qué caray, llevo más de tres corriendo!-. 

En fin, recordé esa experiencia y decidí compartir la variación de mi entrenamiento y su consecuencia. Y así sucedió...

El entrenamiento decidí hacerlo más por fuerza de presión de unos amigos corredores que viven cerca de mí, además cabe mencionar que en ese entonces ellos ya eran mataronistas y yo apenas acababa de hacer mi primer medio maratón, ellos habían venido creciendo mucho en sus tiempos, así que decidí dejarme llevar, seguramente algo les aprendería.

Antes, quiero compartirles que después del medio maratón que hice me vino un desgano y flojera por salir a correr, la explicación que me dieron es que se debe a una posible "depresión post carrera" me pareció muy exagerado y a la vez sonaba un tanto lógico. Me preparé para el medio maratón y me quedé sin meta próxima, así que me instalé en la felicidad de mi logro y me relajé, hasta que me invitaron mis amigos después de comentarles lo que me estaba pasando, para ellos esa era una solución y así fue, ya que me levanto el ánimo.

Quedamos de ir un sábado, entrenamos en el cerro que está cerca de chiconautla, yo me imaginé escalando un cerro lo cual no fue al inicio pero sí al final, para poder llegar tuvimos que atravesar colonias, diría mi amiga "todo un baño de pueblo", sin ánimos de menospreciar, pero al final te sales de tu zona y ves cosas diferentes, colonias de todo tipo y más populares, incluso atravesamos cabañas urbanas, sí, de esas con techos de cartón, fogones de tabiques y patios amplios llenos de perros que había que sortear, atravesar vías férreas, una carretera "la antigua carretera de Pachuca" para así poder entrar a la colonia y avenida que da directo al cerro,


Justo ahí comenzó mi travesía al dolor, sí, creí que al haber probado la ruta de CU me podría dar la "galleta" hacia todas las pendientes, pero ¡¡qué caray!! ja ilusa de mí, comenzamos el ascenso y las piernas lo asimilaron bien, pero como recordarán mis amigos en ese entonces ya eran maratonistas y una de ellos traía un ritmo tremendo y comenzó a marcar el paso -quiero pensar que me la perdonó, porque está tremenda- o sea que le dio un golpe a mi orgullo -ja- así que traté de llevarle el paso dentro de mi posible "galletita", pero es una pendiente de un desarrollo aproximado de dos  y pico kilómetros, además a eso le agregamos la semana sin nada de entrenamiento y el desgaste del medio maratón previo, mi orgullo herido, el pique de la cresta por seguirlos en su ritmo... Terminó por vencerme la pendiente, el ritmazo de la súper rabbit y ¡zaz!

Sí, finalmente en la ruta de asfalto con pendiente no aguanté más, me vino el calambre en el estómago, me faltó el aire tremendo y los muslos me picaban mucho... O sea que el esfuerzo al que me sometí me quebrantó, ¡ah, pero qué caray! Pudo más mi orgullo y pundonor "tocheril" (ustedes perdonarán la expresión de mi otra pasión football americano flag) paré de correr, pero seguí caminando, me eché unos chochos de cafeína "sports beans" le di un trago a mi agua, me encaminé por cerca de 300 metros y retomé el trote...

Ya me estaban esperando y comenzaron a echarme porras para que continuará, ¡Venga Mari, tú puedes! -gritaban-, habían parado justo en donde inicia la terracería del cerro, en donde encuentras toda la tierra floja y la pendiente más pronunciada, además es el camino de los camiones de carga, ya que es donde sacan cantera o algún tipo de material, nos encontramos con semi tráfico de camiones en ambos sentidos, así que había que sortearlos y taparnos la cara para no respirar tanto la tierra, los pies se te sumen en la arena y te pesa más subir, igual por ser mi primera vez lo magnifico, pero sí me costo trabajo, la sufrí y la gocé más...

Ya no llegamos a la punta porque ellos no conocen toda la ruta y tengo el ligero presentimiento que me la perdonaron, yo ya estaba casi tronada, pero el orgullo herido me hacía decir ¡qué va, todavía puedo!

Nos quedamos un rato observando el paisaje, platicando y descansando un poco, y comenzamos el descenso. Ya recobrados de energía uno de ellos comenta: ¡vamos lento, hay que aumentar el ritmo! Y yo dentro de mi ¡oh por Dios! y aumentaron el ritmo ayudados por la pendiente, atravesamos de nuevo la carretera, para poderla atravesar tenemos que pasar por un puente peatonal, mismo que de ida ni sentí los escalones, pero de regreso se me durmieron los muslos de nuevo y ya me llevé un piquete de dolor de recuerdo por todo el resto del día.

Una vez que llegamos a la parte plana de asfalto, aumentaron más el ritmo, así que ahí veían a Mini o sea yo, llevándoles el ritmo y diciendo dentro de mí ¡ya casi llegamos, no hay dolor, no hay dolor, tú puedes! -ja- me concentré tanto en mi sufrimiento que no me di cuenta que habíamos llegado ¡poe fin! Ya estiramos y nos despedimos, no sin antes quedar ir a una carrera al día siguiente de 5k, misma en la que logré bajarle 2 minutos a mi mejor tiempo...

En ese entonces aún no me hacía el hábito de tomar fotos de todo lo que me gusta cuando salgo a correr. pero recuerdo perfecto las sensaciones, mi amigos y todo lo que vi.

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